Por Ismael Vega Díaz*
El discurso del presidente Ollanta Humala, haratificado en gran medida las promesas electorales que fueron planteadas en la segunda vuelta, y eso nos parece bien. Mal hubiera hecho el presidente, si el 28 de julio, hubiera lanzado propuestas y medidas que contradigan sus compromisos. Sin duda, se trata de un discurso cauto y enmarcado dentro de lo que ya había planteado en el último tramo de su campaña.También es necesario, reconocer que ha hecho un conjunto de anuncios y propuestas sumamente importantes, en relación a la inclusión social, participación política, lucha contra la corrupción, reparaciones para las víctimas, diversidad cultural, biodiversidad, recursos naturales, ordenamiento territorial, megaproyectos etc. Sin duda, muchas de estas propuestas son esperanzadoras de cara al desarrollo del país y especialmente para sectores, como los pueblos indígenas, que no han sido beneficiados por el crecimiento económico de las últimas décadas.
Sin embargo, reconociendo las oportunidades que plantea el nuevo escenario político, especialmente para los sectores que creen en la posibilidad de profundizar la democracia, queremos hacer un análisis que ponga énfasis en algunas preocupaciones que también se desprenden de lo propuesto por el presidente Ollanta Humala, especialmente en relación a las expectativas de los pueblos indígenas, más allá del derecho a la consulta, que por cierto no fue anunciado en el discurso.
Interculturalidad
Que la palabra interculturalidad, no haya aparecido en ninguna parte del discurso presidencial, genera por lo menos una señal de alerta y preocupación. No estamos sugiriendo que el discurso tendría que haber hecho una propuesta de profundización de la democracia en nuestro país, a partir del reconocimiento de la existencia y el aporte de las diferentes culturas a nuestro sistema político. Tampoco se esperaba que se plantee una modernización de la democracia a partir del cuestionamiento del, todavía vigente, paradigma Estado Nación y de la descolonización de los espacios de deliberación política. Esta sería una expectativa exagerada para un discurso de 50 minutos. Pero sin duda, el primer discurso del presidente, era una ocasión privilegiada para dar señales claras, de que estamos frente a un gobierno que quiere profundizar la democracia en serio, colocando la interculturalidad en el centro mismo de nuestro
sistema político.
La plenitud de la democracia peruana, planteada por el presidente, no incluyó lo cultural como una dimensión importante de esta. Si la “democracia plena es justicia y paz social, soberanía, seguridad e igualdad sin exclusión” (1), entonces estamos frente a una propuesta que está lejos de plantearse lo intercultural, como un eje transversal de la política y que posiblemente sigue pensando que lo cultural sigue siendo una dimensión reservada sólo al ámbito de la cultura en sentido estricto o la educación y los contenidos curriculares.
Es verdad que, en su discurso el presidente habló de diversidad cultural y dijo que somos un país plurilingüe y multicultural y criticó la exclusión, la discriminación y la intolerancia. Sin embargo, cuando esta parte de su discurso, sin ser una novedad, parecía anunciar una propuesta o una frase más avanzada y moderna, terminamos escuchando más de lo mismo: “…nuestra nación es un crisol de razas y tradiciones. Son ellas las que sustentan, por ejemplo, nuestra extraordinaria gastronomía, hoy admirada y reconocida en el mundo (2)”. Entonces, nos volvemos a preguntar si la interculturalidad forma parte de la propuesta política y el modelo de
desarrollo que el nuevo gobierno de Gana Perú, ha comenzado a implementar en el país. Lo dicho por el presidente al respecto, por lo menos nos deja grandes dudas e incertidumbres.
La referencia al Estado, no fue suficiente y creemos que va en la misma línea de lo planteado en relación a la democracia. El Estado centralista que todos y todas conocemos no sólo debe subir a los andes y extenderse a la Amazonía, como dijo el presidente (3). Creemos que se debe profundizar en el cuestionamiento del Estado-Nación, promoviendo la inclusión de los pueblos indígenas amazónicos, andinos y afroperuanos en los espacios de deliberación política y construir una cultura política basada en una interculturalidad que promueva el desarrollo de las capacidades y reconozca el aporte de todos los sectores, especialmente de los que nunca fueron tomados en cuenta, es decir los pueblos indígenas amazónicos y
andinos.
Pensamos, que la interculturalidad debe constituirse en el eje fundamental y transversal que este a la base de los acuerdos sociales nacionales y subnacionales, de los cambios y las transformaciones que el país requiere, por medio de políticas y programas que asuman la interculturalidad como elemento central de las mismas.
La incorporación de la interculturalidad en la democracia y la construcción de una nueva legitimidad, pasa por el reconocimiento de la existencia de legitimidades en conflicto pero también por reconocer que la legitimidad de la democracia ha estado ligada históricamente a la hegemonía de algunos sectores de la sociedad peruana que han concentrado el poder y lo han usado para su beneficio a lo largo de la historia (4).
Este reconocimiento crearía las condiciones sociales, políticas y culturales para profundizar la democracia, incorporando las diversas y diferentes legitimidades existentes en el país, especialmente la de los pueblos indígenas amazónicos. La institucionalización de la interculturalidad y el diálogo intercultural resultan vitales para construir consensos sociales, una nueva hegemonía social culturalmente diversa y por lo tanto para la profundización y reinvención de la democracia en nuestro país.
Megaproyectos y Ordenamiento Territorial
Una de las demandas centrales de los pueblos indígenas amazónicos, está relacionada directamente con el territorio. No se pretende en este ensayo, hacer un análisis en torno a la territorialidad entendida como un espacio previamente existente e históricamente construido por los pueblos indígenas y del territorio entendido como un producto de la concepción del Estado-Nación y del derecho positivo para implementar un determinado modelo de desarrollo.
Sin embargo, la mención del presidente, sobre el ordenamiento territorial, nos parece importante, en la medida que se trata de un proceso impostergable en todas las regiones, especialmente en aquellas donde los
recursos naturales, la biodiversidad y los territorios indígenas enfrentan serias amenazas de los megaproyectos y actividades extractivas que, especialmente en la gestión de Alan García, se intensificaron de una manera compulsiva. Más importante aún, es que se haya dicho que este proceso será participativo y que buscará el uso racional del territorio (5) y que los recursos como el agua, los bosques y la biodiversidad se explotarán de manera racional y equilibrada respetando a los pobladores yel medio ambiente (6).
Se trata sin duda, de un reto sumamente complejo para el nuevo gobierno, si se tiene en cuenta que, la gestión del gobierno anterior, ha dejado como herencia, más de 200 conflictos que en gran parte son de carácter socio ambiental y se expresan en la creciente confrontación de visiones sobre el desarrollo entre los pueblos indígenas y el Estado. Los sucesos de Bagua han sido la manifestación más clara y extrema de esta
confrontación. Hay que tener en cuenta además, que durante el gobierno de Alan García, se ha otorgado cerca de 100 concesiones de lotes, para actividades de exploración y/o explotación de hidrocarburos por parte de empresas transnacionales. Esto ha hecho que más del 75% del territorio, cerca de 40 millones de hectáreas de la Amazonía peruana esté lotizada y que la mayor parte de los lotes se superpongan a los territorios indígenas (7).
El ordenamiento territorial, propuesto por el nuevo gobierno, plantea una propuesta de solución a la disputa y la confrontación en torno al territorio y los recursos naturales; pero esto supone el reconocimiento y cumplimiento de derechos que han sido desconocidos y avasallados a los largo de las últimas décadas, especialmente los derechos de los pueblos indígenas amazónicos y andinos. Supone por lo tanto, retomar espacios de diálogo (Mesas de Diálogo) y avances logrados que se quedaron truncos (Derecho a la Consulta) y la articulación de normas (leyes nacionales y Convenio 169 de la OIT, Declaración de las NNUU sobre Derechos de los Pueblos Indígenas) e instituciones democráticas (Gobiernos Regionales y Locales, Organizaciones Indígenas, MCLCP, ONG, etc.).
Sin embargo, esta buena señal dada por el presidente se opaca y se contradice con su apuesta a continuar promoviendo la ejecución de megaproyectos, especialmente la construcción de grandes centraleshidroeléctricas y las grandes obras de infraestructura de la IIRSA, aunque se diga que esto se hará de acuerdo a la demanda interna (8).
Hay que tener en cuenta que existe un acuerdo energético entre Perú y Brasil, celebrado el año pasado entre los presidentes de ambos países y que aún no ha sido debatido en el Congreso de la República. Este acuerdo
responde más a las demandas de energía de Brasil, que a una estrategia energética de nuestro país y por lo tanto no garantiza beneficios para el Perú. De acuerdo a diversos especialistas, el Perú tiene un potencial de
energía limpia equivalente a nueve veces la demanda nacional.
Entonces, nos preguntamos si tiene un sustento, basado en la demanda como ha dicho el presidente, promover la construcción de nuevas centrales hidroeléctricas, especialmente en el territorio de los pueblos indígenas, como son los casos todavía irresueltos, de Paquitsapango, Tambo 40, Tambo 60 o Inambarí entre otras (9). Los pueblos indígenas esperan ser consultados y que se respete su decisión en torno a estos casos.
El nuevo escenario político, las expectativas de los pueblos indígenas y la necesidad de impulsar un proceso de inclusión social y de profundización de la democracia, requiere colocar la interculturalidad como eje transversal de la democracia y esto a su vez supone acabar con “la falsa y peligrosa dicotomía entre desarrollo y derechos de los pueblos indígenas”(10). Lo logrará el gobierno de Gana Perú. Esto no sólo dependerá de las decisiones que tome el nuevo gobierno, sino también de los pueblos indígenas y la sociedad civil de la que todos somos parte.
Notas:
(1) “La democracia peruana será plena cuando la justicia y la paz social, la soberanía nacional y la seguridad de nuestras familias constituyan el zócalo de nuestra nación, cuando la igualdad sea patrimonio de todos y la
exclusión social desaparezca aún en los lugares más remotos del país “. Discurso del Presidente Ollanta Humala, 28 de julio 2011
(2) “El Perú es un país plurilingüe y multicultural. Esta múltiple diversidad constituye sin duda nuestra mayor riqueza. Sin embargo, durante mucho tiempo ha existido un discurso y una práctica de la exclusión, del rechazo a la diferencia, un “tú no eres igual que yo” que cobijó la discriminación y la intolerancia. (…)Pero, precisamente esa diversidad cultural proviene de entender, que nuestra nación es un crisol de razas y tradiciones. Son ellas las que sustentan, por ejemplo, nuestra extraordinaria gastronomía, hoy admirada y reconocida en el mundo”.
(3) “Nuestro país trabajador, honrado y diverso, se encuentra fracturado y herido. Sufre el abandono de los políticos y de un Estado insensible, burocrático y centralista. Un Estado que le ha dado la espalda al interior
del país, un Estado que sufre de “mal de altura o soroche” y que se niega a subir los andes y extenderse en nuestra Amazonía”.
(4) Interculturalidad y Democracia Mesa de Interculturalidad. Propuesta de una agenda de políticas públicas hacia una democracia intercultural. Documento elaborado por la Mesa de Interculturalidad (FSP, CAAAP, SER, UARM, OXFAM y otros)
(5) Asimismo, avanzaremos profundamente en la política de ordenamiento territorial que nos permita establecer de manera participativa el uso racional de nuestro territorio (…)” Discurso Presidencial del 28 de julio 2011.
(6) “(…) una política que garantice la explotación racional y equilibrada del agua, la tierra, los bosques, la biodiversidad, el gas y los minerales. Esos recursos de todos los peruanos contribuirán a la eliminación de la pobreza y la desigualdad. Se alentará la actividad privada sobre los recursos naturales, pero estos serán explotados en condiciones de respeto a las poblaciones, a los trabajadores y al medio ambiente.” Discurso Presidencial del 28 de julio 2011.
(6) Al comenzar el gobierno de Alan García, el número de contratos petroleros no llegaban a 10. Aurelio Ochoa, el nuevo presidente de Perupetro, la instancia del Estado encargada de hacer los contratos para actividades hidrocarburíferas declaró públicamente que el último día de su gestión, el gobierno de Alan García celebró 5 nuevos contratos con una
velocidad nunca antes vista.
(7) “Promoveremos la construcción de hidroeléctricas, fortaleciendo Electroperú y a las empresas eléctricas estatales regionales, y promoviendo las privadas, en un adecuado balance que otorgue prioridad a la demanda nacional.” “En el campo de la infraestructura, se proseguirá con la ejecución de obras viales como los proyectos IIRSA Interoceánica del Sur, Interoceánica del Norte (…)”
(8) Actualmente se sabe que están planificadas unas 14 centrales hidroeléctricas que se piensan construir en la Amazonía Peruana como parte del Acuerdo Energético Perú-Brasil.
(9) “La falsa y peligrosa dicotomía entre desarrollo y derechos de los pueblos indígenas, es habitual en el continente. Se trata de una creencia basada en la falaz premisa de que los proyectos de la industria extractiva o de otro tipo, que multiplican la riqueza y son, por tanto, favorables a los intereses nacionales, no deben verse “obstruidos” por los pueblos indígenas, que son “sólo” una pequeña parte de la población. En consecuencia, cuando las comunidades indígenas se organizan para pedir que se respeten sus derechos, el Estado y otros agentes las acusan de bloquear el crecimiento de todo el país”. Sacrificar los derechos en nombre del desarrollo. Los pueblos indígenas de América, bajo amenaza. Informe de Amnistía Internacional, 2011. Índice: AMR 01/001/2011
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*Ismael Vega Díaz, investigador del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), coordinador del Diplomado de Interculturalidad y Pueblos Indígenas de la UAR-CAAAP.